Por Soleily Guerrero G., matrona y alumna del IESMP
Estaba en Egipto trabajando en un proyecto sobre la promoción de un estilo de vida saludable para adolescentes egipcios y sudaneses en un internado, cuando vi la convocatoria para postular a la beca del programa anual de Salud Mental Perinatal. Aunque llevaba mucho tiempo siguiendo a la Dra. Ibone Olza, apliqué sin muchas expectativas, sabiendo que habría muchas profesionales postulando. Sin embargo, para mi sorpresa, fui seleccionada para cursar la formación, sin imaginar lo profundamente transformador que sería este proceso de 14 meses.
Soy Soleily Guerrero, matrona chilena especializada en neonatología, con casi 15 años de experiencia profesional. Si bien he acumulado experiencia a lo largo de los años, creo firmemente que, si no reflexionamos constantemente sobre nuestro rol y lo adaptamos al contexto, los años solo se convierten en una cifra que refleja cuántas veces hemos repetido exactamente lo mismo, una y otra vez, muchas de ellas sin ningún sentido o propósito. La movilidad que he tenido en los últimos años me ha brindado el privilegio de acompañar a madres de distintos países, con contextos políticos, culturales y religiosos muy diversos. Esta experiencia intercultural, en particular, me hizo cuestionar mis creencias y perspectivas, impulsándome a desaprender y aprender nuevas formas de acompañamiento.
Gracias a estas vivencias, algunas de ellas desafiantes y dolorosas, comprendí que, para seguir trabajando de manera significativa con mujeres, es esencial entender a fondo los procesos que atraviesan, siempre respetando el contexto único de cada una. Aunque las matronas y matrones chilenos contamos con una formación sólida desde un enfoque biomédico, es necesario contar con herramientas adicionales que nos permitan comprender el proceso de gestación, parto y posparto desde una perspectiva integral que incluya la antropología, la psicología y otras ciencias sociales fundamentales.
Esta formación no solo ha transformado mi vida profesional, sino también mi vida personal. Aunque el programa fue online, hubo seminarios que me conmovieron profundamente. Muchas de las tareas me hicieron llorar, hasta el punto de tener que posponerlas para poder procesar las emociones que me evocaban y reflexionar sobre hacia dónde me estaban llevando. En varias ocasiones, pude identificar momentos en mi carrera en los que, tal vez sin quererlo, causé más daño que beneficio, repitiendo patrones culturales profundamente arraigados en nuestro sistema de salud. Cada clase me transformó como mujer, llevándome a momentos de reflexión profunda. Aunque aún no soy madre, siento que enfrentaría mi propia maternidad desde una perspectiva completamente diferente, ya que las tareas me permitieron conectar con mi propia historia, lo que me ayudó a comprender mejor las necesidades reales de las madres y sus bebés.
Al finalizar la formación, me queda la firme sensación de que el aprendizaje no termina aquí; el verdadero valor radica en llevarlo a la práctica y transformar la atención que brindamos a las mujeres y sus bebés. Este proceso formativo me ha dado un propósito renovado en mi carrera como matrona y ha cimentado las bases de lo que quiero lograr en los próximos años como mujer. Agradezco profundamente al Instituto por su dedicación, pasión y profesionalismo en mejorar la salud de las madres y sus hijos. Su trabajo no tiene precio, ya que su impacto va más allá de las pantallas, tocando corazones y transformando vidas.
Hoy, invito a todas las matronas que desean enriquecer su conocimiento y mejorar su práctica a unirse al Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal. Juntas, podemos marcar la diferencia en la vida de muchas mujeres y sus bebés, brindando una atención más humana, empática y transformadora.
¡El cambio definitivamente comienza con nosotras! La transformación no solo está en lo que sabemos, sino en cómo lo compartimos y lo aplicamos para mejorar el mundo que nos rodea.